Dirección: Aitana Cordero
“...Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo...”. Walter Benjamín, Tesis sobre la filosofía de la historia.
La Casa. es una búsqueda, un trato, una aventura, un desastre voluntario, una práctica que niega el “siempre nunca es posible”... Es larga, es dura, es-pesa, nuestra, huele, duele, toca, sangra, rompe, no se mira, sin paredes, no es espacio sino deseo, itera, entropía, fertiliza, semilla, huella, ruina, es polvo, con 10 minutos de traca y cocteles de ADN, anda cómeme el coño lo siento prefiero viento, si no te corres se me acaba el cemento, oscuro total.
La Casa. son todas las casas... La casa horizonte, la casa bienvenida, la casa con cuatro ventanas, la casa con escaleras que destruyen el heroísmo del ascensor, la casa Ellos, la casa nosotros, la casa buscada, la casa perdida, la casa hogar, la casa ruina...
¿Cómo destruir un teatro, como construir una casa? “Nosotros”, juntos. En un gesto que nos acerque a Sísifo, que solo tenga sentido, que renueve su utilidad y no utilidad, en un insistir constante cargado de especulaciones suicidas y fluidos varios. Crear un enlace apasionado de cuerpos que olvidan la casa inscrita en su memoria Y con un “nosotros” que resulta del compartir una actividad exhaustiva, repetida en el tiempo, que genera cansancio... y fluidos, fluidos varios.
Un teatro y una casa. Dos entidades diseñadas para darnos cobijo, almacenar deseos, para hospedar poesías y fracasos... ¿Qué otros espacios pueden emerger de la confrontación de deseos comunes y de la acción de romper-se? ¿Dónde estará entonces el confort, la raíz, la intimidad, el compartir? ¿Y si enraizarse es una actividad tridimensional y en movimiento? ¿Y si familiear es una consecuencia de destruir mobiliario juntos?
¿Y si nuestros fluidos son capaces de unir ladrillos que después serán paredes que después serán habitaciones que después serán edificios que después serán calles que después serán barrios que después serán ciudades que después serán países, continentes, mundos, universos, constelaciones..?
Mi cuerpo está hecho de la misma carne que el mundo. Mi ombligo es el centro del universo pero sufro de ocularofobia. Me preocupa la mirada de Medusa, esa que petrifica. Se abre el telón: silencio que te jodan come sandia respira tres veces repite repite repite córrete tronco toca el espacio más suave abre ventanas que huela más que duela menos es improbable soy un ser disperso pero habito cocinas que nutren...no mires no mires, oscuro total.
Cuando las cimas de nuestro cielo se reúnan mi casa tendrá un techo... ... pero entonces, espero, ya habré aprendido a vivir bajo estrellas, galaxias y en otros desconocidos... Fuego.
Aitana Cordero (Idea y dirección), Jaime Conde-Salazar (Dramaturgia), Isaac Torres, Enrico De Wey, Lieven Hersem y Fabián Santarciel (Performers, co-creadores y constructores), Andrés Novo (Arquitecto), Jan Fedinger (Iluminación), Fran Cabeza de Vaca (Sonido), Jorge Rúa Pérez con la ayuda inicial imprescindible de Álvaro García Vilches (Producción), Roberto Baldinelli (Acompañamiento técnico), Maciek Sado (Stager), Guillermo Firoa (Fotos)