Corrupción y ambición, Yin y Yan, hombre y mujer, bien y mal... Parejas. Es muy interesante que la Escocia medieval de Shakespeare encaje tan bien en la Galicia de la actualidad. Acercamos a Macbeth a nuestra tierra y costumbres para ver con claridad cómo el deseo de poder y la superstición siguen siendo motores en el ser humano, cómo la codicia, la violencia y la falta de escrúpulos es escocesa, gallega y universal, cómo hombres y mujeres se corrompen por conseguir el poder y una vez en sus manos siguen corrompiéndose para tener la seguridad de conservar ese poder, y de cómo una vez corruptos del todo sólo quedan la locura y el miedo. ¿Dónde quedó la Vida que se ambicionó? Todo esto tiene un millón de matices... La cantidad de ambición (ambición y deseo de otra buena pareja) que cabe en un cuerpo humano no tiene límites. El Señor Mácbez puede ser un general de las tropas del Rey o un director de sucursal de cualquier oficina bancaria. Sólo basta con querer ser El Jefe. Siempre me han sorprendido, cuando entrevistan en televisión el entorno de un asesino local, los comentarios de la gente: “Pues era una buenísima persona...”, “un chico muy normal y muy educado...”, nuestro lado oscuro se pasea con nosotros y compra periódicos en el mismo kiosko. Allí vamos a llevar al público, a los lugares más oscuros del corazón, donde anida el deseo... para bien y para mal. Un escenario de sangre y tormenta se enmarca en un lienzo blanco. Blanco y sin pintar como el principio esencial de todo, como las posibilidades de la humanidad de ser diferente. Nuestro destino lo marcamos nosotros. Nosotros pintamos el lienzo, lo demás son cuentos de brujas.
Andrés Lima