Es en la apnea donde uno pierde fácilmente la noción del tiempo. Si hemos experimentado la falta de oxígeno, reconoceremos que, durante nuestra agonía, el tiempo es fuera más sosegado; dentro, por el contrario, una vorágine. En esa vorágine de una inspiración contenida ocurre Pulmones (la vida): el drama de una pareja que se desestabiliza al plantearse el impacto medioambiental que implica traer un hijo al mundo. De este pensamiento nace la denuncia hacia la conciencia de una sociedad distraída –o quizá vencida– que elude responsabilidades al creer que todo está perdido y que ni siquiera indaga en qué somos y a dónde vamos. Con la conciencia ecológica como revulsivo contra el apocalipsis, Macmillan nos habla también del miedo, de la parálisis que provoca el conocimiento y del error como aprendizaje. Pero ante todo nos habla del amor: el amor como bálsamo. Estamos, pues, ante un epítome perfecto de nuestro tiempo o, en sus propias palabras, ante “una única conversación que abarca toda una vida”.
Como dice el antropólogo Bruno Latour, quizá no sea el momento para plantear dudas, ni de proponer políticas, sino de hacer revoluciones. Y a diario. Para ello, cojamos oxígeno. Valgámonos de nuestros pulmones.
José María Esbec
Producción Centro Dramático Nacional.
Sala El Mirlo Blanco, Teatro Valle-Inclán
Plazuela de Ana Diosdado s/n (Plaza de Lavapiés), 28012 Madrid