Texto: Ramon Fontserè (Texto y dirección)
En su estudio-museo, Santiago Rusiñol pinta La morfina. Es una pintura muy significativa en su obra ya que él mismo fue adicto a esta droga. El efecto estupefaciente le sitúa ante la irrupción de unas huestes destructivas que deshacen su casa-museo. Sus objetos, pinturas y obras literarias son arrinconados o destruidos. El enfrentamiento y los conflictos se suceden con ferocidad, sarcasmo y humor. Rusiñol defiende unas formas de vida que se resisten a desaparecer ante el asalto de lo que considera la barbarie. Sin embargo, las dudas surgen muy pronto. ¿Se trata del auténtico Rusiñol o de un guía –reubicado en espera de la jubilación– que actúa en la visita teatralizada del museo? ¿Es simplemente el conflicto laboral de un empleado cuyo desequilibrio le ha llevado a creerse el personaje y se resiste a cambiarlo ante la imposición de nuevos héroes y mitos revolucionarios? En cualquier caso, es la cruel realidad actual confrontada a lo que fue esta sociedad en el pasado. Una sociedad de ciudadanos holgados y juiciosos a orillas del Mediterráneo.
Producción: Els Joglars