Un 27 de marzo más dispuestos a celebrar el Día Mundial del Teatro. Pero este 27 de marzo de 2020 no es uno más en el calendario, porque no podremos disfrutar del enorme placer que supone asistir al teatro.

El arte de la escena ha perdurado siglo tras siglo: ninguna guerra, ninguna catástrofe natural, ninguna caída de grandes imperios lo ha logrado vencer. Y por supuesto, ningún coronavirus, por atroz que sea, lo va a conseguir.

El 27 de marzo de 2020 pasará a la historia como aquel Día Mundial del Teatro en el que todos nuestros escenarios permanecieron a oscuras, solo iluminados por la luz testigo; en el que los actores no tuvieron la oportunidad de dar voz a los dramaturgos clásicos y contemporáneos; en el que los técnicos no pudieron cumplir su tarea indispensable de hacer posible que se levantara el telón y se mantuviera levantado durante toda la función; y lo peor de todo, el día en el que público tuvo que permanecer en sus casas, con su deseo incumplido de participar en comunidad en este maravilloso ritual.

Lograr que todo esto vuelva a ocurrir, que en definitiva todo vuelva a su cauce natural, no va ser tarea fácil y tendrá que ser tarea compartida entre todos, que requerirá de mucha solidaridad y entrega. Tarea en la que los que ocupamos cargos públicos, tenemos una responsabilidad inmensa no sólo hacia los artistas y profesionales del teatro sino ante toda la sociedad. Una responsabilidad encaminada a preservar el legado teatral; a apoyar la labor de nuestros artistas, el eslabón siempre más frágil de la cadena cultural; a impedir que se destruya el empleo artístico y aquel vinculado al mismo; a fortalecer las estructuras empresariales y asociativas necesarias para dotar de músculo al teatro y al resto de las artes escénicas.

Celebramos este 27 de marzo con inquietud y con cierto desasosiego pero que esta inquietud no nos paralice, sino que nos someta a la presión de saber que hemos de estar a la altura y que vamos a luchar denodadamente desde lo público para recuperar todo lo que esté coronavirus nos está intentando arrebatar.

Amaya de Miguel
Directora general del INAEM

 

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